Capítulo 1 - El emigrante

Odisea generalizada en el Aeropuerto de Barajas. Familiares y amigos se unen a las maletas para acompañarme como buen emigrante a su destino pateril convertido en aeronave tripulada. Casi no hay tiempo para preocuparse de nada más, son las 13.00 y no conviene fumar más pitis. Un último tubo de cerveza San Miguel en la cafetería, dos últimos tragos y de repente me veo sentado entre un ejecutivo alemán y un representante de Brother Ibérica ™, ambos trajeados, armados de sendos miniMacs blancos, con entradas en el cráneo por ambos lados de la cabeza, tan amplias que se han encontrado ya y ha tenido que entrar en acción la típica cortinilla de calvorota cincuentón venido a menos.
Es justo en ese momento cuando siento que me voy. Miro por última vez hasta dentro de tres meses el cielo celeste de Madrid, sus 25ºC, sus torres de Chamartín, el arco iris de la terminal 4, y siento que dejo de sostenerme en suelo español para habitar lugares más recónditos para nosotros.
Lejos queda ya el insomnio de la última noche, las infinitas despedidas, las preocupaciones, las dudas y todo lo demás: ya no importa. Entonces y solo entonces comprendes que eres un emigrante


Dos horas y media después atravesamos las nubes para tocar tierra en Frankfurt-am-Main; miré hacia el cielo y donde antes había azul ahora había grises nubarrones; qué digo, el cielo entero era una nube. La meseta castellana se convirtió en prados inmensos y nuestro idioma castellano se tornó en un extraño compendio de complicaciones fonético-morfo-sintácticas llamado Alemán. Bueeeno... Es lo que había elegido, así que pa'lante.


Dos horas de tren después una chica con botas de pelo blanco me estaba esperando en el andén de Göttingen. Iba acompañada de un chicarrón del norte de verdad. A dos metros sobre el suelo estaba su cabeza. Cargamos las maletas (40kg entre las dos) y ellos montaron felices en sus bicicletas. Yo me arrastré por el suelo mojado de Niedersachsen buscando un respiro.


Bombardeé a Lidia con cientos de preguntas, tantas que ni siquiera las recuerdo; ni, por tanto, las respuestas. Menos mal que somos vecinos, yo vivo en el edificio 10 de Albrecht-Thaer-Weg y ella en el 10b. 


Antes de caer rendido tuve una discusión filosófica conmigo mismo propia del Dr. Jekyll con Mr. Hyde; nuestro amado país nos da becas, pero no nos quiere. El extranjero aprovecha lo que España madura en su cantera. Y gratis. Nosotros andamos muy ocupados poniendo ladrillos, uno sobre otro, una y otra y otra vez.


Vocabulario alemán de hoy:


*Hauptbahnhoff: Estación principal de trenes
*Straße: calle
*Rauchen: fumar
*Innenstadt: centro de la ciudad
*Scheiße!: ¡Mierda!