Capítulo 8.- Las idas y venidas


¿Volver? Vuelva el que tenga,
Tras largos años, tras un largo viaje,
Cansancio del camino y la codicia
De su tierra, su casa, sus amigos.
Del amor que al regreso fiel le espere.
Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,
Sino seguir siempre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.
Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida,
No eches de menos un destino más fácil,
Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.

Peregrino, Luis Cernuda.


Dos días de sol seguidos, de ese que calienta y quema. Pero en junio sigue habiendo días de tormenta por aquí. Hoy no ha salido el sol en todo el día y el aire estaba húmedo. Siempre hay una tormenta que te recuerda lo insignificante que eres, hay que joderse.


Parece que se lleven el tiempo cada vez que pensamos en octubre, hace ya 8 meses que cambiamos de techo y nos mudamos a vivir debajo de una capa de nubes. Nevó, llovió y era siempre de noche. De repente los días no se acababan nunca y hacía calor. Pero siempre hay tormentas que te recuerdan que lo que hoy es día volverá a ser noche, y tú ya no estarás aquí para verlo otra vez. Tú, con toda tu circunstancia.


Un año, un ciclo completo de tiempos, luces y sombras, nubes y claros, vientos y calma. Suficiente tiempo para que pase algo dejando huella, pero demasiado poco para vivir de él. Suficiente tiempo para aprender que tienes mucho que aprender todavía. Demasiado poco para tenerlo todo.


Huele a final detrás de cada esquina, cuelga de cada conversación. 
Se evita porque asusta mirar allí un año después, desde lo lejos. ¿Demasiado tiempo? o ¿demasiado poco? 
Sería irresponsable no afrontar el final con o sin cabeza. El final indica sólo una fecha, hacia la cual hay que acelerarse, con el sol en la cara; nunca frenarse, ni prohibirse. 
Afrontar los finales como finales es absurdo. Hace que lo que haya terminado no haya tenido sentido. Los finales son puntos de partida, son momentos de cosecha de los que recoger frutos para el futuro, de tomar lo que está bien y aprender de lo que ha ido mal. Los finales dan estructura a la vida y encuadran el tiempo en etapas. Si se toman como finales nada habrá hecho falta y todo habrá sido en vano. 
A veces los mejores libros empiezan por el final.


Y mientras vamos y venimos. Y el sol sigue saliendo a las 4 de la mañana, indiferente ante todo. Vaya un cobarde cabrón escondido entre nubes. Y mientras ruedan las maletas cuesta arriba y cuesta abajo, llenando la ciudad de lágrimas de miedo ante lo que está por venir o de tristeza por lo que se ha dejado atrás. Vienen, y se van. Venimos, y nos vamos. Sólo hay que llenar el hueco entre la coma y la "y" tanto como sea posible. 




Y después venimos todos nosotros. Con nuestros más y nuestros menos. Con la maleta cargada de cambios y momentos. También tendremos que cruzar la línea entre este mundo y la vida anterior. Siempre andamos ciegos ante la incertidumbre, somos demasiado pequeños para seguir sin mirar atrás. 
Habrá que saber levantar el campamento para hacer que esto perdure para siempre y no se quede en algo demasiado perfecto para ser real.

No es demasiado tiempo. No es demasiado poco. El tiempo es siempre suficiente
Los segundos nos miran descarados al pasar. Que arda hasta el último de ellos.