Capítulo 4.- Götham Night Fever

Puede parecer irónico que intente relatar lo que es la impresionante Götham Night Fever un aburrido lunes 15 de noviembre en el que no disfruto de ella, pero es así. Si sales, no entras. Y si no entras, no escribes.
Muchos os preguntaréis qué hago aquí sentado hoy. El caso es que los lunes, por norma general, es día de descanso en Götham City. El fin de semana empieza mañana, martes por la noche. Aunque es un fin de semana un tanto raro, más que nada porque todos los días tengo clase a las 08.15 y casi non-stop hasta las 18.00, o más. Qué dura la vida del estudiante Erasmus, condenado a vagar errante de día cual muerto viviente desfogado de clase a curso de idiomas y de curso de idiomas al laboratorio para poder cumplir con su asignatura más larga, la de más créditos: la socialización en un ambiente extranjero.


La vida nocturna de Göttingen tiene truco. Pasear por las calles de los barrios de residencias de estudiantes resulta relajante. Te mojas si llueve, mucho. No hay ruidos, las farolas parecen decir "shhhhhhhh! hay gente durmiendo" con su luz oscura, el ambiente es lúgubre y el frío, el viento y el silencio hace las calles propicias para una noche de Tinieblas generalizada. De hecho esta iluminación busca más mantener la oscuridad a raya que bañar las calles de luz (como estamos acostumbrados en nuestra querida España). Por no hablar de los monumentos. La iglesia de St. Johannis es la más importante de Göttingen su iluminación consiste en unos pocos focos de luz blanca que consiguen que la iglesia no se borre del horizonte cuando cae el Sol. Castillo de Belmonte, Cuenca: en un pueblo de 2000 habitantes del centro de la Mancha, decenas de focos halógenos de alta potencia deslumbran el castillo con una luz amarilla que lo hace visible a 20 kilómetros de distancia.
Los dueños y señores de la noche en las calles de Göttingen son los erizos, que se dejan oír al raspar con sus puntiagudas siluetas los setos de los jardines. A primera vista, la ciudad tiene tanta vida como mi pueblo un día perdido de noviembre. Ingenuos aquellos que no miran más allá.
Bajemos en bicicleta al centro de Götham. Avanzamos por Kreuzbergring hasta Goßlerstraße, a la izquierda. Dejamos Bar-Racuda a la derecha y atravesamos Platz der Göttinger Sieben con el Zentralmensa al fondo, el ZHG y el campus central lleno de gente cuando el Sol está (o debiera estar) en el cielo. Nada más cruzar el semáforo de Weender Straße con Nikolausberger weg la ciudad empieza a renacer.
Estudiantes emborrachados surgen como setas detrás de cada esquina. Kebabs abiertos hasta las tantas, pizzerías de "toma tu comida, borrachodemierda, y vete", bares, yonkibares, pubs, locales subterráneos pseudoclandestinos que empiezan su jornada a las 7 de la mañana, garitos, clubs y una discoteca.
Cada día los sitios donde la gente va a emborracharse y a venderse (sexual o no sexualmente hablando) se reparten el grueso de la clientela a base de ofertas o fiestas interesantes. El miércoles de Thanner's (o bien Paulaner-Tag) es casi obligatorio para conseguir los créditos de los que antes hablaba. El martes de Bar-Racuda es una religión. Detallemos un poco qué se puede encontrar en cada lugar:


Bar-Racuda: un edificio sobrio con la inscripción "Akademische Burse" encima de la puerta principal no parece ser de lo más divertido si quieres salir a divertirte. La puerta está cerrada. Un telefonillo al lado para no se sabe muy bien qué. Marca el 998 y pulsa la campana. Baja las escaleras y pum. Jägermeister a 1€, la comunión de los Erasmus. La sangre de cristo para los pecadores. Mesas y sillas, zona de fumadores decorada con graffiti y sofases varios. Velas. Gritos de grupos de borrachos que no van a ir a clase mañana. Cerveza barata, buenrollismo y música bajita. Quien ha ido al Bar-Racuda y no se ha caído de su bici después aún no ha vivido Göttingen. Lo mismo para los que nunca se han olvidado de una parte o todo el camino de vuelta.


Thanner's: las calles de Alemania talladas en madera en un sitio con tantas cosas que ver que marea. Cada día una cerveza barata. Sitio de reunión prefiesta gorda. Hasta la bandera los miércoles. Música chula. Gentes de todas las razas y modelos se dan cita aquí. La jet set de Göttingen pasa aquí sus noches.


EinsB: musicón los findes. Las alemanas menean aquí sus pechotes como en ningún otro sitio. Desde Volare hasta Muse. Un sitio curioso y con truco para ganarse los 3€ de la entrada.


Vertigo: cada mes una fiesta Erasmus. La primera la estrené derrapando en el servicio y condenándome a llevar muletas durante una semana. No importó en el momento, el alcohol me llevaba y volví a la pista a cantar a los Killers. Quien no pilla cacho en Vertigo, o es asexual, o un mueble, o está demasiado borracho para darse cuenta de que quiere hacerlo. Riesgo de destrucción masiva de bicicletas a la salida. Peligro! ladrones de pitis en bolsos ajenos que dejan el resto del contenido intacto. Deja tu chaqueta en el guardarropa o te la robarán y tendrás que buscar otra más fea para reemplazarla. Aquí se ruedan escenas de El señor de los Anillos* cada vez que está abierto.


Savoy: el sitio más chic para la gente más posh de Göttingen. Tarjetita blanca para no pagar nada hasta la salida y que te dejes un riñón con el "baaaaahhh, ya lo pagaré al salir". Gente muy maquillada y plástica. Música muy del montón, de la masa, envasada al vacío para calentar al microondas. Restriegue, frote y refrote continuo de cebolletas. La típica discoteca para no pensar ni por un momento que a lo mejor en un sitio más barato te lo pasarías mil veces mejor.


Capo: garito/after de rastafaris y música reggae, electrónica y diferente. Chupitos gratis a cargo del rasta jefe. Cerillas gratis. Abierto hasta la hora de comer, si es que acabas con hambre.


JT Keller: máquinas de tabaco inutilizables y de ciencia ficción. Música chachi para gente guay. O sofá o pista. Frecuentado por autóctonos.


Tangente: pasillo de entrada sideral con Saturnos fluorescentes te reciben. Pompas de jabón caen del techo en la entrada. Fiestas de los 90, los 00 o de lo que sea con sala de fumadores equipada con una Supernintendo de serie y el MarioKart. Megapóster de las SpiceGirls la última vez. Pista con varios niveles para echar ojos a diestro y siniestro. Ni rastro de Erasmus.


Juzi: casa okupada y graffiteada a tope que hace las veces de garito de moda de vez en cuando. Tiene buena pinta.


Déjà vu: yonkibar de muertos y cuerpos inconscientes. Alcantarilla donde van a parar los cadáveres que deja la noche de Göttingen. Demasiado turbio para merecer una valoración. Huele a aliento de borracho recién levantado y desde luego hace honor a su nombre: crees que has estado allí antes, pero es raro, no lo sabes con seguridad.


Todos estos sitios tienen en común bastantes cosas. Götham es una ciudad pequeña en la que pasear por sus calles se convierte en un paseillo constante. Lo mismo pasa con la noche. Salir a un sitio o a otro implica encontrar a unos o a otros compañeros y es difícil acabar solo si de veras te apetece darte un homenaje. 
Otra de las cosas de la manera alemana de ver la vida es que la mismísima universidad cede sus instalaciones para la realización de macroeventos etílicos (con luces proyectadas al cielo y todo). La Zentrales Hörsaalgebäude (ZHG) se llena de gente con cada celebración. Reuniones de centenares de cuerpos andantes y danzantes con miles de watios de potencia hacen de esta la mayor sala de fiestas de la ciudad. Los alemanes se maquean a tope y buscan, olfatean el terreno hasta encontrar a sus presas. Los pobres Erasmusetes se sienten aquí pequeños y aturdidos entre tanta melena rubia y erres guturales. Se regalan desde sombreros de paja hasta PAQUETES DE TABACO enteros y verdaderos. Una locura impensable por latitudes más bajas donde la picaresca es la norma. Cuánto tienen que aprender...


Otras salas de fiestas más que recomendables son las entretenidas Robert-Koch Studentenwohnheim (RoKo) y Rosenbachweg (RBW), ambas pertenecen a residencias; con precios populares (50 céntimos el chupito en RoKo) y ambiente familiar donde puede uno divertirse mucho, desde jugando a las sillas como cuando éramos pequeños, pero sin serlo; hasta acabando en bolas sin importar por qué, o bebiendo sangría gratis en RBW. Siempre con preferencia sobre todo lo demás, por su carácter único e irrepetible. Las mejores noches del año pasarán en este tipo de lugares.


El tramo final de mi relato se lo dedicaré a los valientes, osados guerreros de la virilidad que hacen de cada noche un espectáculo único. Allá donde vayas, una hora antes del cierre; hordas de caballeros guiados por la testosterona dan lo mejor de sí para no irse de vacío a casa, o dejar vacía su cama. Sí, hablo del momento "no pienses y coge lo que puedas o mastúrbate mientras lloras por no haberlo hecho". No, no me refiero sólo a los tíos como los únicos guerreros de la noche, de hecho sólo unos pocos son los atrevidos señores de la guerra; pero son los más visibles. No se me tache de machista, ni de sexista, ni de marxista; nada más lejos de la realidad. Una parte de ellas participa también, por supuesto, en el bando cazador o bien en el de "dejo que me caces", pero en proporción las mujeres siempre tuvieron un sentido de la dignidad más fuerte con similares niveles de alcohol (en general...).
Hablo de aquell@s cuya voluntad es casi inquebrantable, pero que tras pasar toda la noche a la busca y captura de la "pieza más deseable" del local, rechazados una y otra vez, cebolleta refrotada en balde, se lanzan desesperados a la "Caza del orco" por cuestiones de horario. *Escenas propias de El señor de los Anillos en vivo y en directo, pero con actores del pueblo. Hablo de Légolas luchando por reducir a un Olifante. Hablo de cosas como las que se pueden ver en este enlace, o en éste, o en éste [minuto 1.58, conversación entre dos de ell@s comentando qué tal va la última hora de fiesta] (vídeos powered by Herr Torroba©). Momentos dignos de observar con detenimiento. Chicas rodeadas de repente (muchas de ellas Elfas y no orcas, aún resistentes en la fiesta) que no saben por donde escapar. Algunas caen, participan del juego. En otros casos las escenas son incluso tristes, pero tan entretenidas que hacen de esta parte de la Götham Night Fever una de las memorables. Choques culturales, barreras inexpugnables y cobras de lo más al límite.


Esto es todo por hoy. Mañana empieza el fin de semana en Göttingen y no quiero perdérmelo. 
Disfruten, hagan algo bonito. Recuerden momentos vividos, oren si creen y blasfemen si no lo hacen. Escriban una frase bonita o escuchen una canción que les haga pensar.
Queden ustedes tranquilos, camaradas.